© Hergé / Moulinsart
HACE sólo unos días les hablaba yo, en el Tablón de anuncios del Nibelheim, del exorbitante precio que había alcanzado una sunday del Flash Gordon de Alex Raymond, en subasta realizada a través de Heritage Auction. Se trataba de la dominical correspondiente al 28 de agosto de 1938, un ejemplar bien reconocido por todos los aficionados, único e irrepetible y lleno de viñetas grabadas como a fuego en nuestra memoria. Una de ellas, incluso, sirvió para que el Gobierno Federal de EE. UU realizara una emisión postal de carácter especial y conmemorativo en el año 1995. ¡Con eso les digo todo!
© Hergé / Moulinsart (¡Ah, no! ¡Que esto no es de Moulinsart!)
Pues bien, si en aquella ocasión me hacía eco del revuelo que supuso para el mundillo la venta de dicho ejemplar por el módico precio de 215.100 dólares —una auténtica barbaridad, se trate de Alex Raymond o de Perico el de los Palotes (aunque ya sé que habrá quien me recuerde que el mercado es el mercado y manda)—, hoy les vengo a hablar de un nuevo récord que supera con mucho (pero muuuuuuucho, muuuuuucho) al anterior y que se ha producido en una subasta que tuvo lugar el pasado sábado 24 de mayo en París, a través de la casa Artcurial.
El objeto monográfico de la misma fue Tintín, aunque los responsables de la venta y de la exposición previa de materiales, prefirieron fijar una vez más la atención en Hergé y titularon el evento como L'univers du créateur de Tintin, haciendo gala de ese permanente y reiterado ejercicio de identificar al creador con su personaje, al que ya nos tienen acostumbrados desde Moulinsart y algunos estudiosos tintinólogos (por más que otros análisis de la vida de Hergé hayan venido a demostrar que nada tenía que ver el plácido, encantador y ordenado universo de Tintín con el atormentado, tempestuoso y conflictivo —muy humano, en fin— mundo interior del hombre que lo creó).
La verdad es que salió a la venta una enorme y variada cantidad de material tintinesco, formada por arte original (planchas, bocetos, portadas, dedicatorias, pruebas de color, etc.), distintas ediciones de los álbumes con las aventuras, un grandísimo número de lotes de merchandising (dioramas, reproducciones de viñetas en esmalte, maquetas de coches, tarjetas de felicitación, figuras, puzzles) y otras piezas muy curiosas (entre las que podríamos contar algunos cuadros abstractos pintados por el propio Hergé). En total, 455 lotes que debieron hacer las delicias de todos los coleccionistas tintinófilos que en el mundo hay, pues las piezas iban desde los 50-60 euros de una humilde invitación al cocktail de presentación de una exposición sobre Hergé (nº 445 del catálogo), hasta el precio que alcanzó la pieza objeto de esta entrada, de la que paso a hablarles inmediatamente.
Se trata de la ilustración original utilizada para confeccionar las guardas interiores de los álbumes de las aventuras más antiguas de Tintín, que fueron publicados entre 1937 y 1958. Iban impresas en papel color azul oscuro con la línea en blanco y no son demasiado frecuentes. En España sólo hemos tenido ocasión de verlas empleadas en la abortada edición facsímil que Casterman-Panini realizó de algunos álbumes en formato reducido, antes de que el pleito con Editorial Juventud —propietaria en exclusiva de los derechos de edición en España— les obligara a retirar los libros publicados hasta el momento. En la ilustración subastada el sábado en París se representa a Tintín y Milú en 34 situaciones diferentes, correspondiendo cada una de ellas con un momento importante de los álbumes dibujados en el período ya señalado. Conste la curiosidad de que uno de los dibujos —en el que ambos personajes aparecen vestidos con gruesos trajes de piel caminando por un paisaje helado— correspondería al proyecto de una aventura desarrollada en el Polo Norte que Hergé nunca llegó a realizar (más datos aquí).
La ilustración, que salió a la venta como lote nº 1, tiene unas medidas de 53 x 35 cm., está realizada a tinta china sobre cartulina de dibujo y presenta numerosos retoques de gouache blanco, así como algunas señales de arrugas y pliegues muy ligeros. Es un original muy significativo ya que, tal como se puede leer en el catálogo de la subasta, «resume él solo el período más inventivo de Hergé y lo más simbólico de todas las aventuras». Pues bien, esta pieza tan interesante y exclusiva el pasado sábado superó en las pujas la increíble (casi indecente) suma de dos millones y medio de euros. En concreto, 2.654.400 € de nada (o su equivalente en dólares = $3.621.734), que es lo que habrá pagado el anónimo coleccionista americano que pujó por ella para ganarla. ¡Sí, sí! ¡Como lo leen...! Más de dos millones y medio de euros. ¡Menos mal que en el precio ya aparecen incluidos los gastos de envío (como se encargan de precisar desde ArtCurial), que si no...! Aunque a esa gigantesca cifra habría que incluir un 23% de tasas y el IVA legal correspondiente. Aclaremos que el original estaba valorado en un precio de salida que tampoco era baladí: entre 700.000 y 900.000 euritos, una módica suma que tampoco está al alcance de cualquiera, vamos...
Hasta la fecha, el precedente inmediato en cuanto a precio de venta más elevado correspondía a otra pieza tintinesca que, curiosamente, también se subastó en ArtCurial: la ilustración para la portada de la primera edición del álbum Tintín en América, realizada en 1932 y vendida por 1.338.509 € el 2 de junio de 2012 (ver también aquí). Conviene recordar, no obstante, que menos de cuatro años antes (en marzo de 2008) esta misma ilustración se había subastado por una cantidad nada despreciable (764.000 €), pero que no tenía que ver con las dos precios alcanzados luego. Es decir, que en ese corto período de tiempo la obra se revalorizó ¡¡casi un cuarenta y cinco por ciento!! No está nada mal... Y algo parecido ocurrió con la pieza estrella de esta última subasta, pues se sabe que fue vendida en 1992 a un coleccionista particular en Drouot por 430.000 francos (unos 81.600 € de la actualidad). Así es que calculen la revalorización que ha experimentado este original en los 22 años transcurridos.
En ArtCurial, por razones obvias, están encantados con el acontecimiento del sábado pasado, pues no todos los días factura uno casi siete millones y medio de euros ocupando, además, importantes espacios en numerosos medios informativos de todo el mundo. Éric Leroy, experto en historieta de la casa de subastas parisina afirmó que estos resultados tan halagüeños son el producto de muchos años de trabajo y de una creación de conciencia en los nuevos coleccionistas, muchos de los cuales crecieron leyendo estas obras y ahora se toman en serio la historieta como objeto de arte. ¡¡Ya lo creo que se lo toman en serio...!! Yo, por mi parte, soy menos optimista que Leroy y dudo bastante que este aumento desmesurado de los precios en la venta de arte original de cómic signifique que se está produciendo, en paralelo, una mayor apreciación de la historieta como manifestación artística y medio expresivo. Creo, más bien, que todo es producto de la especulación y de la entrada en el mercado de gente con mucha pasta (legal o ilegal, en eso ya no entro) que ha visto en este tipo de obras de arte una nueva vía para invertir su dinero. Especuladores (con más o menos escrúpulos) que están dispuestos a acaparar las piezas consideradas más valiosas por los especialistas y que lo único que están consiguiendo es que los precios en el mercado de arte original de cómic se inflen y asciendan hasta ponerse por las nubes, haciendo que la mayoría de los aficionados no puedan optar, por razones obvias, a oler siquiera determinadas obras y autores, que resultan prohibitivos.
Quedarían aún por considerar los aspectos morales del problema —que los hay—, pero viendo cómo está el mundo desde que aparecimos en él y cómo se han desarrollado las cosas en los tres últimos años —con una crisis económica inmisericorde que se ha cebado en los más débiles y unos poderes públicos que sólo han velado por su propio interés y por el de los más poderosos— no parece que la cuestión ética tenga demasiado recorrido aquí. De todas formas, y aun a riesgo de parecerles el más vulgar de los demagogos, me gustaría lanzar una pregunta al aire: ¿es moralmente aceptable que un particular —no hablo de estados o instituciones oficiales, que compran para las generaciones futuras y con una finalidad pública y cultural— pague tales cantidades astronómicas para comprar una obra de arte (por más emblemática que esta sea) cuando hay gente en el mundo que con sólo un euro al día podría salvarse de morir de hambre? En fin, Serafín... Tonterías que piensa uno... Por no hablar de las sospechas, más que probables, de que la pieza objeto de esta entrada hubiera sido sustraída bien de la editorial Casterman, bien de los Estudios Hergé en 1983, tras la muerte del autor y cuando su viuda decidió liquidarlos. Un posible origen espurio, por tanto, que sin embargo no ha impedido la puesta en subasta de la pieza, su venta millonaria y el pago y cobro de muchos euros, de los que Moulinsart ha sacado su parte (pues se llevará, al parecer, un 4,5% de lo obtenido en la venta en concepto de "derecho de participación"). Algo es algo, ya que —como Nick Rodwell ha confesado en alguna ocasión— no resultaría fácil recuperar esta pieza y otras muchas que han ido saliendo a la venta.
Para quien desee conocer más detalles de cómo se desarrolló la subasta puede leer un completo resumen pinchando aquí (está en francés). En el documento se encontrará una tabla ordenada del precio al que terminaron vendiéndose los lotes más valiosos.
Como no podía ser de otro modo, la mayoría de los medios informativos se han hecho eco de esta multimillonaria subasta. Dos buenos artículos pueden verse aquí y aquí (este último en francés).
Nota: todas las imágenes de la entrada son © de Sociedad Moulinsart (¡faltaría mas!). Bueno, todas no, pero casi todas, y se han utilizado en esta entrada con una finalidad meramente informativa.
© King Features Syndicate
Pues bien, si en aquella ocasión me hacía eco del revuelo que supuso para el mundillo la venta de dicho ejemplar por el módico precio de 215.100 dólares —una auténtica barbaridad, se trate de Alex Raymond o de Perico el de los Palotes (aunque ya sé que habrá quien me recuerde que el mercado es el mercado y manda)—, hoy les vengo a hablar de un nuevo récord que supera con mucho (pero muuuuuuucho, muuuuuucho) al anterior y que se ha producido en una subasta que tuvo lugar el pasado sábado 24 de mayo en París, a través de la casa Artcurial.
El objeto monográfico de la misma fue Tintín, aunque los responsables de la venta y de la exposición previa de materiales, prefirieron fijar una vez más la atención en Hergé y titularon el evento como L'univers du créateur de Tintin, haciendo gala de ese permanente y reiterado ejercicio de identificar al creador con su personaje, al que ya nos tienen acostumbrados desde Moulinsart y algunos estudiosos tintinólogos (por más que otros análisis de la vida de Hergé hayan venido a demostrar que nada tenía que ver el plácido, encantador y ordenado universo de Tintín con el atormentado, tempestuoso y conflictivo —muy humano, en fin— mundo interior del hombre que lo creó).
Hergé, el genial creador de Tintin y fundador del emporio que ahora gestionan
férreamente sus herederos (como bien puede verse pinchando aquí)
férreamente sus herederos (como bien puede verse pinchando aquí)
La verdad es que salió a la venta una enorme y variada cantidad de material tintinesco, formada por arte original (planchas, bocetos, portadas, dedicatorias, pruebas de color, etc.), distintas ediciones de los álbumes con las aventuras, un grandísimo número de lotes de merchandising (dioramas, reproducciones de viñetas en esmalte, maquetas de coches, tarjetas de felicitación, figuras, puzzles) y otras piezas muy curiosas (entre las que podríamos contar algunos cuadros abstractos pintados por el propio Hergé). En total, 455 lotes que debieron hacer las delicias de todos los coleccionistas tintinófilos que en el mundo hay, pues las piezas iban desde los 50-60 euros de una humilde invitación al cocktail de presentación de una exposición sobre Hergé (nº 445 del catálogo), hasta el precio que alcanzó la pieza objeto de esta entrada, de la que paso a hablarles inmediatamente.
Otro de los lotes salidos a la venta en ArtCurial. Puesta en color (gouache) para la portada de
La isla negra (nº lote 3, vendido por 101.120 €). El original, en blanco y negro de esta
misma portada fue la segunda pieza más cara de la subasta de ArtCurial
(nº lote 2, vendido por 1.011.200 €) (© Hergé / Moulinsart)
misma portada fue la segunda pieza más cara de la subasta de ArtCurial
(nº lote 2, vendido por 1.011.200 €) (© Hergé / Moulinsart)
Se trata de la ilustración original utilizada para confeccionar las guardas interiores de los álbumes de las aventuras más antiguas de Tintín, que fueron publicados entre 1937 y 1958. Iban impresas en papel color azul oscuro con la línea en blanco y no son demasiado frecuentes. En España sólo hemos tenido ocasión de verlas empleadas en la abortada edición facsímil que Casterman-Panini realizó de algunos álbumes en formato reducido, antes de que el pleito con Editorial Juventud —propietaria en exclusiva de los derechos de edición en España— les obligara a retirar los libros publicados hasta el momento. En la ilustración subastada el sábado en París se representa a Tintín y Milú en 34 situaciones diferentes, correspondiendo cada una de ellas con un momento importante de los álbumes dibujados en el período ya señalado. Conste la curiosidad de que uno de los dibujos —en el que ambos personajes aparecen vestidos con gruesos trajes de piel caminando por un paisaje helado— correspondería al proyecto de una aventura desarrollada en el Polo Norte que Hergé nunca llegó a realizar (más datos aquí).
© Hergé / Moulinsart
La ilustración, que salió a la venta como lote nº 1, tiene unas medidas de 53 x 35 cm., está realizada a tinta china sobre cartulina de dibujo y presenta numerosos retoques de gouache blanco, así como algunas señales de arrugas y pliegues muy ligeros. Es un original muy significativo ya que, tal como se puede leer en el catálogo de la subasta, «resume él solo el período más inventivo de Hergé y lo más simbólico de todas las aventuras». Pues bien, esta pieza tan interesante y exclusiva el pasado sábado superó en las pujas la increíble (casi indecente) suma de dos millones y medio de euros. En concreto, 2.654.400 € de nada (o su equivalente en dólares = $3.621.734), que es lo que habrá pagado el anónimo coleccionista americano que pujó por ella para ganarla. ¡Sí, sí! ¡Como lo leen...! Más de dos millones y medio de euros. ¡Menos mal que en el precio ya aparecen incluidos los gastos de envío (como se encargan de precisar desde ArtCurial), que si no...! Aunque a esa gigantesca cifra habría que incluir un 23% de tasas y el IVA legal correspondiente. Aclaremos que el original estaba valorado en un precio de salida que tampoco era baladí: entre 700.000 y 900.000 euritos, una módica suma que tampoco está al alcance de cualquiera, vamos...
He aquí a la criaturita (© Hergé / Moulinsart)
Hasta la fecha, el precedente inmediato en cuanto a precio de venta más elevado correspondía a otra pieza tintinesca que, curiosamente, también se subastó en ArtCurial: la ilustración para la portada de la primera edición del álbum Tintín en América, realizada en 1932 y vendida por 1.338.509 € el 2 de junio de 2012 (ver también aquí). Conviene recordar, no obstante, que menos de cuatro años antes (en marzo de 2008) esta misma ilustración se había subastado por una cantidad nada despreciable (764.000 €), pero que no tenía que ver con las dos precios alcanzados luego. Es decir, que en ese corto período de tiempo la obra se revalorizó ¡¡casi un cuarenta y cinco por ciento!! No está nada mal... Y algo parecido ocurrió con la pieza estrella de esta última subasta, pues se sabe que fue vendida en 1992 a un coleccionista particular en Drouot por 430.000 francos (unos 81.600 € de la actualidad). Así es que calculen la revalorización que ha experimentado este original en los 22 años transcurridos.
© Hergé / Moulinsart
En ArtCurial, por razones obvias, están encantados con el acontecimiento del sábado pasado, pues no todos los días factura uno casi siete millones y medio de euros ocupando, además, importantes espacios en numerosos medios informativos de todo el mundo. Éric Leroy, experto en historieta de la casa de subastas parisina afirmó que estos resultados tan halagüeños son el producto de muchos años de trabajo y de una creación de conciencia en los nuevos coleccionistas, muchos de los cuales crecieron leyendo estas obras y ahora se toman en serio la historieta como objeto de arte. ¡¡Ya lo creo que se lo toman en serio...!! Yo, por mi parte, soy menos optimista que Leroy y dudo bastante que este aumento desmesurado de los precios en la venta de arte original de cómic signifique que se está produciendo, en paralelo, una mayor apreciación de la historieta como manifestación artística y medio expresivo. Creo, más bien, que todo es producto de la especulación y de la entrada en el mercado de gente con mucha pasta (legal o ilegal, en eso ya no entro) que ha visto en este tipo de obras de arte una nueva vía para invertir su dinero. Especuladores (con más o menos escrúpulos) que están dispuestos a acaparar las piezas consideradas más valiosas por los especialistas y que lo único que están consiguiendo es que los precios en el mercado de arte original de cómic se inflen y asciendan hasta ponerse por las nubes, haciendo que la mayoría de los aficionados no puedan optar, por razones obvias, a oler siquiera determinadas obras y autores, que resultan prohibitivos.
© Hergé / Moulinsart
Quedarían aún por considerar los aspectos morales del problema —que los hay—, pero viendo cómo está el mundo desde que aparecimos en él y cómo se han desarrollado las cosas en los tres últimos años —con una crisis económica inmisericorde que se ha cebado en los más débiles y unos poderes públicos que sólo han velado por su propio interés y por el de los más poderosos— no parece que la cuestión ética tenga demasiado recorrido aquí. De todas formas, y aun a riesgo de parecerles el más vulgar de los demagogos, me gustaría lanzar una pregunta al aire: ¿es moralmente aceptable que un particular —no hablo de estados o instituciones oficiales, que compran para las generaciones futuras y con una finalidad pública y cultural— pague tales cantidades astronómicas para comprar una obra de arte (por más emblemática que esta sea) cuando hay gente en el mundo que con sólo un euro al día podría salvarse de morir de hambre? En fin, Serafín... Tonterías que piensa uno... Por no hablar de las sospechas, más que probables, de que la pieza objeto de esta entrada hubiera sido sustraída bien de la editorial Casterman, bien de los Estudios Hergé en 1983, tras la muerte del autor y cuando su viuda decidió liquidarlos. Un posible origen espurio, por tanto, que sin embargo no ha impedido la puesta en subasta de la pieza, su venta millonaria y el pago y cobro de muchos euros, de los que Moulinsart ha sacado su parte (pues se llevará, al parecer, un 4,5% de lo obtenido en la venta en concepto de "derecho de participación"). Algo es algo, ya que —como Nick Rodwell ha confesado en alguna ocasión— no resultaría fácil recuperar esta pieza y otras muchas que han ido saliendo a la venta.
© Hergé / Moulinsart
Para quien desee conocer más detalles de cómo se desarrolló la subasta puede leer un completo resumen pinchando aquí (está en francés). En el documento se encontrará una tabla ordenada del precio al que terminaron vendiéndose los lotes más valiosos.
Como no podía ser de otro modo, la mayoría de los medios informativos se han hecho eco de esta multimillonaria subasta. Dos buenos artículos pueden verse aquí y aquí (este último en francés).
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Nota: todas las imágenes de la entrada son © de Sociedad Moulinsart (¡faltaría mas!). Bueno, todas no, pero casi todas, y se han utilizado en esta entrada con una finalidad meramente informativa.