sábado, 29 de enero de 2011

BATTAGLIA Y POE (2): LA CAÍDA DE LA CASA USHER




COMO ya les comenté, Mime y yo estuvimos de viaje. Marchamos a ver la exposición que il Comune o Ayuntamiento de la ciudad italiana de Reggio Emilia organizó en torno a la obra del gran dibujante italiano Dino Battaglia. Fue una expedición ciertamente fugaz, aunque suculenta. Un raid más que un viaje. Una razzia, si así lo prefieren, en la que nos hicimos con un botín espiritual inolvidable: la sensación de ver, en vivo y en directo, las hermosísimas páginas que el maestro veneciano cinceló a base de plumilla, pincel, tinta china, cuchillas de afeitar, plantillas de papel y algodón hidrófilo.

Porque Battaglia, como viejo maestro, no supo de ordenadores, ni de tabletas gráficas, ni de softwares de edición de imágenes... Y aunque los hubiera conocido, creemos que no los habría utilizado, a juzgar por su nostálgico temperamento y su "artesanal" y particularísimo estilo —de trazo sutil y evanescente— cuya materialización sólo parece posible con los viejos utensilios de toda la vida... Pero veamos lo que decía el mismo Battaglia hablando de su propio trabajo:

«Técnicamente, cuando realizo un dibujo, lo que busco ante todo es "difuminarlo". En cierto modo, esto se ha convertido en un defecto. Por lo demás, al envejecerlo, lo que era un defecto acaba convirtiéndose en un estilo [...]. La técnica no me interesa demasiado y le presto poca atención. Ni siquiera conozco la marca del papel sobre el que dibujo. Trabajo con lápiz y tinta china. En los años 50, mientras trabajaba para Il Vittorioso, fue cuando comencé a encontrar un modo personal de dibujar, trabajando a la pluma como los ilustradores ingleses a los que adoro. Tengo una gran debilidad por Ronald Searle. ¡Eso es el dibujo auténtico! Dibujo para mí mismo y todo lo que yo pueda decir se encuentra en mis páginas en blanco y negro. No me gusta el color; me indispone. Cuando me lo piden es mi mujer quien lo realiza, pero enseguida los dibujos son un poco menos míos [...]. He utilizado mucho el gris. Lo he hecho, sobre todo, por influencia de los periódicos franceses y alemanes de comienzos del siglo XX, en los que aparecían dibujos ejecutados con lápiz litográfico. El gris estaba igualmente justificado desde el punto de vista técnico, pues como no había tramas mecánicas todo descansaba en el empleo artesanal de los instrumentos de dibujo. Cuando dibujo, imagino a la vez las zonas que pondré en gris. Después, tomo un trozo de papel-calco, delimito la zona con lápiz, la recorto y con un bastoncillo de algodón* mojado en tinta trabajo la parte en cuestión hasta que obtengo la tonalidad de gris que me interesa y que necesito. Una vez que está seco, la mayor parte de las veces tengo que retocar con la cuchilla de afeitar. En todos los casos hay un componente de azar y de paciencia de benedictino»**.


Hasta el momento en que podamos concluir ese informe o reportaje que nos gustaría publicar a propósito de la exposición, les dejamos con un pequeño aperitivo. En esta ocasión se trata, nuevamente, de Poe. Y, más concretamente, de su terrorífica historia sobre la familia Usher.

Por cierto: como ya ocurrió con la entrada que dedicamos a Lady Ligeia, todo el mérito es de Shivabel.



¡Que lo disfruten!

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* He traducido así la expresión francesa "coton-tige" que se encuentra en la entrevista. Desconozco las palabras originales italianas.
** Estas opiniones de Battaglia sobre su obra y estilo pertenecen a una entrevista imaginaria —realizada a partir de recortes de prensa y recuerdos de su mujer— que apareció publicada en el libro Battaglia. Une monographie, Éditions Mosquito, St Egrève, 2006, pp. 11-31 (en concreto pp. 20-22).


(Publicado originalmente el 7 de enero de 2011 en Desde el Nibelheim)

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